El lugar es un cuarto oscuro con un sistema de audio que emite el sonido real del impacto. En la parte frontal hay una pantalla para proyectar imágenes y hacia donde se dirigen los disparos virtuales que salen de armas similares a las autorizadas por las autoridades de control, pero que funcionan con un láser.
La práctica es similar a un juego de video, pero con tomas reales. Al final de la sesión, la computadora analiza la efectividad del agente a la hora de utilizar el arma y si impactó en los blancos que representaban peligro para la vida de las víctimas y la suya propia.